18 de julio de 2011

Una historia como tantas


 Hoy quiero contarles sobre una historia, de esas como tantas que ocurren…

Todo comenzó una mañana en la Universidad a la que asistían Ricardo y Julia, dos chicos que a pesar de estudiar en la misma Facultad, nunca habían reparado uno en la existencia del otro; sin embargo, esa mañana su vida cambio: se conocieron. 

Sus personalidades eran muy diferentes entre sí. Él era un chico de 22años,  había salido de la carrera y vuelto a entrar en un par de ocasiones; era excéntrico y llevaba el cabello largo, muy inteligente, carismático y muy atractivo, pero su principal característica era la rebeldía, si así se le pudiera decir a las constantes contrariedades que tenía con profesores y autoridades del plantel. Aún así, era un muchacho líder por naturaleza; y aunque pudiera sorprender a propios y extraños por su apariencia y gustos, su bondad lo delataba cuando se trataba de defender una causa noble o caritativa.

Julia, sin ser todo lo contrario, tenía una personalidad muy diferente a Ricardo. Una chica de 19 años, estudiosa y dedicada; también muy inteligente. Su principal prioridad en la vida era concluir su carrera y realizar sus sueños, trabajando entusiastamente para construir un país mejor (( algo así más o menos ponemos en nuestros currículum vitae, no?)). De igual manera, le gustaba trabajar en servicios comunitarios ayudando a los demás; y eso era lo que tenían ambos en común.

Cierto día, en las canchas de básquet - que hacían la vez de patio de recesos- se cruzaron casi a punto de chocar. Ricardo tuvo que poner las manos delante para evitar el golpe, porque Julia ni cuenta se había dado que estaba a punto de topar con él. En ese momento sintieron algo extraño, los ojos de ambos no dejaban de verse entre sí, no podían voltear la mirada a otro lado que no fuera el rostro de cada uno; comenzaron a caminar a instancias de los amigos de los dos, pero aún así, ellos seguían volteando hacia atrás. 

Nadie notó aquella actitud que habían tenido los dos; para todos los demás fue un “encontronazo” cualquiera, de los que suceden cuando uno camina sin fijarse. No obstante ese encontronazo cotidiano, ni Julia, ni Ricardo lo pudieron olvidar; para ellos aquel día fue especial, los dos no podían olvidar sus rostros. 

Así pasaron varios días; a veces se encontraban, y entre esbozadas sonrisas y disimulados saludos, seguían con su rutina… ¡Mentira! , no podían seguir en su rutina, porque a ella le urgía salir de clases para ver si de casualidad se encontraba con Ricardo y poder saludarlo una vez más. Y él, que su costumbre era jugar con sus amigos en la cancha o estar contrariando algún maestro, ahora se le veía por la biblioteca, con el pretexto de buscar “algo”, pero sólo era para ver si la encontraba por ahí. Así que no era la rutina lo que ambos vivían. Y cuando menos lo esperaban, por fin un día se encontraron a solas. Ricardo no pudo aguantar las ganas de acercarse a ella y decirle todo lo que a partir de aquel “encontronazo” había provocado en su corazón. Julia aguantó la respiración, como sabiendo lo que él quería decir, y por más que trataba de respirar tranquilamente, su corazón palpitaba tan fuerte hasta sentirlo en los dedos de sus manos que colgaban al caminar. Ella se detuvo a unos pasos de él, pero éste siguió caminando y con un saludo la dejó de lado… 

¡Qué insensatez de hombre!, ¿no era acaso el momento que él deseaba?, entonces… qué fue lo que ocurrió. Pronto Julia supo el porqué, sencillamente se siguió de largo porque “algo” le impidió quedarse con ella, pero en realidad era "alguién": el novio. Sí, el novio de Julia que se le acercó corriendo para abrazarla y acompañarla. 

Bueno, las cosas no siempre pasan como uno las desea, tal vez no era el momento apropiado. De todas maneras, ambos sabían que uno de esos días se volverían a encontrar. Pero para Julia, encontrarse con Ricardo, conociendo lo que ya sentía por él, no era precisamente sinceridad lo que ella estaba pregonando con sus pensamientos, ni mucho menos se sentía cómoda sabiendo que Omar, su novio, la quería mucho. No tuvo más remedio que decirle la verdad a Omar, y así sucedió. Se lo dijo cuando estaban en la cafetería, sentados en una mesa junto al “patio”. Ambos lloraban mientras estaban charlando; Omar se levantó tranquilamente y le dio un beso en la frente, ella quiso detenerlo y abrazarlo, pues no en vano lo amó y le dolía, pero Omar no la dejó levantarse, y con una leve caricia en su brazo la detuvo… Es asombroso cuando una pareja termina su relación sin estar enojados, ni con el sentimiento de rechazo o revancha; sólo aceptando las cosas como son: no estaban destinados a ser uno para el otro.

Ricardo observó todo lo que sucedía en aquella mesa y por un momento sintió tristeza por Omar, no lástima; sintió pena por ambos, ya que tenían bastante tiempo de ser novios. Pero por encima de la tristeza sintió una enorme tranquilidad y paz, pues sabía que entonces podía acercarse a Julia sin obstáculo alguno que les causara dolor a ellos mismos.

Una semana después de aquel evento en la cafetería, la vida continuaba en la Universidad en aparente tranquilidad para Julia y Ricardo. Es cierto, la calma externa era sólo apariencia, pues por dentro era destrozada y quebrantada por la pasión interna que crecía sin poder expresarla. Esas cosquillas en el estómago con la sensación de vacío aún estando lleno, las manos inquietantes que se vuelven expertas en escribir de distintas maneras el nombre de la persona que se ama… Todas esas “ñañaras” por fin terminaron un día en que ambos cruzaron nuevamente por el patio, iban con sus respectivos amigos. Cuando Ricardo pasó junto a Julia, la saludó con la cabeza y una sonrisa, ella se detuvo  de golpe  al ver  que él cambió el rumbo que llevaba y se separó de sus amigos. Sin decir palabra alguna, Julia lo siguió lentamente , Ricardo caminando delante sólo lanzó su brazo hacia atrás para que ella tomara su mano. 

Todos  se quedaron atónitos, no podían creer lo que sus ojos veían. Los amigos de ambos se quedaron a medio "patio"  viéndolos caminar de la mano hacia una de las jardineras del lugar…. Si las cuestiones o interrogantes tuvieran un nombre diferente en ese momento se llamarían “silencio”… nadie dijo una sola palabra, las preguntas salían de los ojos asombrados que los veían llegar a la pared de la jardinera, en la que Ricardo se recargó semi sentado en ésta y Julia se colocó entre las piernas de él, tratando de acurrucarse para ser abrazada tranquilamente. No hacía falta nada más para besarse, tocarse con la pasión que se escondía tras la dulzura y ternura de las caricias, y los susurros de ambos diciéndose lo que uno sentía por el otro. Besos dulces que muerden los labios para no decir nada, era el sello de lo que ambos sentían…. Cuando de repente, ella reparó en los zapatos de él, le faltaba uno… (¿¿¿¿¿¿??????????).

Ella preguntó: 

- ¿Qué le pasó a tu zapato?- a lo qué él respondió: - nada, se rompió y me lo quité. 

Rarísima situación después de lo apasionado, se carcajearon y siguieron juntos. Estuvieron así más de una hora; entre sonrisas, miradas, caricias y besos. Y cuando uno de estos besos era saboreado… sonó el timbre de cambio de clases. Ricardo le dijo a Julia:

- Mmmm, ni modo, ya no entramos a clases. 

Pero extrañamente, Omar se acercó y les dijo que el papá de ella estaba en la escuela; Julia pensó que el timbre que escucharon lo había hecho sonar su papá al llegar a la puerta de la Facultad… (¿¿¿¿¿¿??????????).

- Sí, ya recuerdo- dijo Julia- mi papá me dijo que pasaría por mí para llevarme a la cena de la abuela…
Julia y Omar fueron caminando hacia la puerta de la escuela, pero cuando llegaron con su papá, éste preguntó a Omar quién diablos era el greñudo que la estaba abrazando, porque, pues Omar era el novio… Julia intentó explicarle rápidamente a su padre quién era Ricardo, cuando se oyó nuevamente el ¡¡¡ riiiiingggg !!!!. del cambio de clases.

- Mira, papá ( sentí una angustía inquietante y quise decirle a mi papá que Ricardo y yo....¿MI PAPÁ?... esperen )…

Entonces en ese momento caótico  Julia le dijo a Omar: 

- ¡¡Mi papá está muerto desde hace años...!!

Otra vez se volvió a escuchar el estruendoso ¡¡rinngg!! … y una  voz muy suave y cariñosa que  decía:

- Mi vida, apaga ya el despertador, tiene rato sonando…

El ringggg!!! era del despertador que había puesto antes de las 5 de la mañana para levantarme… TODO FUE UN SUEÑO!!… Un simple sueño. 

¡Oh, por Dios!, En ese momento me di cuenta que la imagen de Julia era la mía cuando tenía  20 años, pero él era  una persona que no conozco, nunca lo he visto en mi vida, como voy a saber quién era. En fin, esta fue un historia… bueno un sueño loco como tantos … Ya decía yo, que andar sin un zapato no era normal…

(Este relato estaba en WordPress, desde hace tiempo, pero lo comparto ahora)

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